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164. Sada Zambrano, Andrés Marcelo

Empresario.

(1930 - 2018)

Andrés Marcelo Sada Zambrano vino al mundo el 24 de agosto de 1930, en el seno de la familia regiomontana formada por el empresario Andrés G. Sada García y Beatriz Zambrano Urtiága; fue el primero de seis hermanos. Su origen tuvo que ver con su destino. Su abuelo paterno, don Francisco G. Sada y su tío Luis G. Sada son reconocidos como dos de los fundadores de las políticas empresariales de bienestar social en el país y los constructores de instituciones indispensables en el México moderno. Ambos estuvieron trabajando como directivos en la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey, y Andrés G. Sada hizo su carrera en Vidriera Monterrey, empresa cercana a la cervecera.

Mi historia

En 1953 don Andrés ingresó a trabajar a Celulosa y Derivados S.A. (CYDSA), empresa fundada en 1945 por un grupo de hombres de negocios encabezados por su padre, don Andrés G. Sada. Fue asignado a la planta productora de rayón y su primer puesto fue en el departamento de mantenimiento e instalación de maquinaria. En ese momento la compañía estaba expandiéndose, y en su primer año de labores el joven ingeniero fue enviado durante seis meses a Inglaterra para conocer la British Cellophane Ltd., empresa con la que CYDSA se habían asociado para crear una planta de producción de celofán en México, llamada Celorey S.A. Durante su estancia, don Andrés conoció la infraestructura, oficinas de ventas y departamentos del negocio, lo que lo ayudó a coordinar el montaje de la futura planta de CYDSA en 1954, en cuyas instalaciones, por cierto, tuvo que dormir las primeras noches hasta lograr que arrancase.

Posteriormente, en 1962 fue comisionado a la empresa que surgió cuando CYDSA se asoció a una compañía holandesa para la producción de nylon y poliéster. Ahí laboró hasta ser nombrado ejecutivo a cargo de la Dirección de Fibras. Durante todo este tiempo tuvo al mismo jefe, el ingeniero Miguel Arce, uno de los fundadores de la compañía, a quien don Andrés consideraba “un hombre extraordinario” con una habilidad de emprendimiento fuera de serie. El respeto era mutuo, pues a decir de Onofre Zambrano, don Miguel se deshacía en elogios hacia Andrés. Después de años de trabajo disciplinado en el que demostró una brillante inteligencia y habilidad para los negocios, el ingeniero Sada fue nombrado Director general de CYDSA en 1973 y al año siguiente asumió la presidencia del Consejo de Administración.

Su primera acción como presidente del Consejo fue definir objetivos a largo plazo, destacando tres: el uso óptimo de los recursos disponibles, el desarrollo humano y la actuación ética (interna y externa). Fue pionero en aplicar las técnicas japonesas de calidad total en los años 70 y los esquemas participativos que involucraban a todos los colaboradores en la producción para ser más eficientes y competitivos. Como sello característico, don Andrés puso en valor la importancia la cultura de la empresa sustentada en valores claros, compartidos y practicados por toda la organización. En lo referente a la calidad definió que la meta era satisfacer las necesidades de los clientes y el desarrollo humano como bases fundamentales para los negocios. Desde su perspectiva, el elemento humano era lo más importante en una empresa, porque pensaba que “lo más importante no son las cosas que hace el hombre, sino el hombre que hace las cosas”.

Su liderazgo propició la expansión y consolidación de la compañía. Durante este tiempo las acciones de CYDSA se registraron en la Bolsa de Valores (1973); nació el consorcio Intermex para exportar los productos de la empresa y sus socios (1974); se integró el Grupo CYDSA Novaquim en Altamira, Tamaulipas (1976) para fabricar aceleradores y retardadores químicos, antioxidantes, antiozonantes y productos intermedios; en asociación con Bayern constituyó Industrias CYDSA Bayern en el complejo industrial Pajaritos en Veracruz (1977), que fabricaban Toleun-di-isocianato, materia prima para la fabricación de espumas flexibles, semirígidas y otros compuestos de poliuretano; y se duplicó la capacidad de producir fibra acrílica en la planta de El Salto, Jalisco.

En este período también se formó la división plásticos (1977); se incorporaron empresas transformadoras de sal, entre ellas Sales Hogar S.A. de C.V. y Salinas de México S.A. de C.V. (1979). Mantuvieron alta la reinversión de las utilidades y en 1979 se construyó Propirey en Monterrey, que elaboraba películas de polipropileno biorentado; abrió Policyd Altamira en Tamaulipas (1979-1981) para producir resinas de PVC de mayor capacidad en América Latina; se construyó Derivados Acrílicos S.A. (DASA) en San Luis Potosí (1980), para producir hilo acrílico de alto voluminizado; se integraron a la compañía los negocios Colombin Bel S.A. y Cía. Industrial El Palmar S.A. en la Ciudad de México (1980); adquirió Plásticos Rex S.A. y la Cía. Química Ameyal S.A. (1981).

CYDSA reportó un gran año en 1978, sumando 4.7 billones de pesos en ventas. Pero después de la expansión llegó la crisis de 1982. Se desinfló la burbuja de la riqueza que existió en el país entre 1979 y 1981, cuando el Producto Interno Bruto creció a niveles tan altos que el gobierno creyó, equivocadamente, que solo debíamos “administrar la abundancia”. Desfigurándose esta ilusión vino la debacle: recesión, alta inflación, devaluación del peso, dificultad de encontrar fuentes crediticias y la desconfianza generalizada en la capacidad política.

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