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142. Prieto y Álvarez, Adolfo

Empresario.

(1867-1945)

Adolfo Prieto y Álvarez de las Vallinas fue un líder empresarial de Nuevo León. Se le reconoce como uno de los principales impulsores de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la cual dirigió desde 1917 hasta su muerte en 1945. Además, se interesó por las labores sociales y la filantropía al crear programas destinados a mejorar la calidad de vida y fomentar la cultura y el deporte de sus trabajadores.

Mi historia

Adolfo Prieto nació el 15 de mayo de 1867 en Sama de Grado, España. Hijo de Santiago Prieto y Josefa Álvarez, realizó sus primeros estudios en su natal provincia antes de emigrar a la capital para culminar su formación profesional en la Universidad de Madrid. Sin embargo, decidió abandonar sus estudios para emigrar a México con sólo 23 años de edad.

En México, sus relaciones con Antonio Basagoiti lo ayudaron a prosperar. Como su apoderado legal, comenzó a trabajar para diversas empresas y firmas, entre ellas la fábrica de hilados y tejidos La Victoria. Además, se incorporó al ámbito empresarial de México a través de las firmas Signoret, Honnore y Cía. y la sociedad Ibáñez y Prieto, la cual fundó junto al industrial Manuel Ibáñez.

En 1900, formó parte del Consejo de Administración de la recién creada Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. Se desempeñó como Consejero Delegado, por lo que se encargó de conseguir préstamos en diversos bancos para la empresa. Así, su labor fue de gran importancia para la supervivencia de la Fundidora al financiar gran parte de la producción durante sus primeros años.

En 1907, participó en la Fundación del Centro Industrial Mexicano. Su gran capacidad para el comercio, su carácter comprensivo y su honradez le permitieron destacar en un entorno bastante volátil para el mercado del acero.

Por ello, se le designó como director de la Fundidora Monterrey ese mismo año. Durante su administración, la empresa comenzó a instrumentar estrategias capaces de incrementar su capacidad comercial y productiva, en particular tras asociarse con la industria ferrocarrilera. Esto le permitió realizar grandes exportaciones hacia Estados Unidos, China, Sumatra, Japón, Estados Unidos y Cuba, a pesar de la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial.

En 1917, se le designó como Presidente del Consejo de Administración de la Fundidora Monterrey. Entre sus principales aportes, se encuentran la adquisición de diversas empresas dedicadas a la operación de minas en diversos estados de la república y la creación de programas destinados a mejorar la calidad de vida de sus empleados, como la Escuela Acero, el Recreativo Acero y la cooperativa Consumo y Previsión Social Acero.

Para 1928, la Fundidora había alcanzado la cifra de venta más alta en su historia con 60 mil 230 toneladas de acero vendido.

En sus últimos años, se dedicó a promover el proceso de industrialización de México. Al frente de Fundidora, se encargó de aumentar la capacidad productiva de la empresa, de tal modo que fuera capaz de suplir las necesidades del mercado mexicano y extranjero.

Además, se convirtió en un reconocido filántropo. A través de la Fundidora, fomentó la cultura y el deporte a través de la Sociedad Recreativa Acero. Por su parte, donó terrenos y aportó dinero para la construcción de escuelas primarias, así como para el sostenimiento de hospicios.

Adolfo Prieto y Álvarez falleció el 11 de enero de 1945 en Ciudad de México, a sus 77 años de edad. Sus restos descansan en el Panteón Español de la misma ciudad. En su honor, diversas estatuas y calles recuerdan su importancia tanto en Monterrey como en su natal Sama de Grado. Su sobrino, Carlos Prieto, continuó sus labores al frente de la Fundidora durante los años siguientes.

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